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© 2008 Consorcio Chiclero SC de RL / Mayan Rainforest Co., Ltd. |
Al origen de la civilización maya, estas tierras -aún habitadas por el jaguar, animal emblemático de esta cultura- no sólo albergan uno de los ecosistemas con mayor biodiversidad del planeta, sino que su litoral está bañado por las aguas del arrecife de corales mesoamericano, el segundo del mundo por su extensión y abundancia de especies.
La exuberancia de estas selvas echa por tierra el argumento conservacionista que prescribe la ausencia del hombre para preservar al medio ambiente. Cuando las comunidades son conscientes de la importancia del entorno como fuente de riqueza y logran hacer un manejo sustentable de las actividades económicas, no sólo llegan a convivir armoniosamente con la naturaleza, sino que son las primeras en salvaguardar sus recursos. Tal es el caso de los habitantes de estas selvas que producen chicle, quienes por más de un siglo han vivido de la extracción de látex del árbol de chicozapote, hoy organizados en un eficiente consorcio de 52 cooperativas para la preparación de la goma de mascar.
El chicle se obtiene hirviendo, estirando manualmente y texturizando la pasta adquirida, la cual se coloca en moldes cuadrados. Al enfriarse y solidificarse, estos bloques son llamados marquetas. Cientos de toneladas de esta goma base son exportadas y se encuentra presente sólo en las mejores gomas de mascar; las marcas más comunes y comerciales usan polímeros, el chicle natural ya no forma parte de su composición.
El manejo sustentable de esta técnica ancestral ha sido un éxito no exento de amenazas derivadas de factores naturales, sociales y económicos. La alternativa ha consistido en evolucionar, adaptarse a las condiciones cambiantes del mercado, estar al día. La creciente demanda de productos orgánicos en el mundo se presentó como una oportunidad que la cooperativa aprovechó para darle valor a la materia prima que durante un siglo había vendido sin tratar. Así, hace cinco años la colectividad se propuso adquirir el conocimiento y darse los medios para producir una goma de mascar 100% natural, biodegradable y certificada orgánica, de hecho, ¡el primer chicle orgánico nunca antes fabricado!
Fue así como se creó Chicza, fruto del espíritu emprendedor, solidario y perseverante de los miembros de la cooperativa. Un ejemplo exultante que demuestra que es posible concertar entre la actividad económica y la conservación del medio ambiente. Cada vez que alguien en el mundo prueba un chicle cuya elaboración entraña ese respeto y cariño por el terruño, lleva a su boca una sutil fibra de selva tropical, corazón de árbol centenario, fuente de oxígeno y se implica en ese círculo virtuoso de agricultura sustentable. |